Los vicios siniestros de la Reina Victoria I: secretos oscuros de su reinado
En este nuevo capítulo de historia sorprendente descubriremos los secretos íntimos de Victoria primera, la soberana que convirtió a su país en la primera potencia mundial y gobernó el mayor imperio del planeta. Sin embargo, esta figura histórica no era exactamente como creemos que fue, tenía perturbadores vicios. ¡Acompáñanos y descubre datos curiosos que no encontrarás en los libros de historia!
Película La reina Victoria |
Obsesión por la comida
La reina Victoria primera no solo era una figura pública, era una persona de carne y hueso con una vida privada puertas adentro del Palacio de Buckingham. Muchos no lo saben, pero la popular y célebre reina tenía sus vicios, como todos. Su mayor vicio era la comida. No, no estoy exagerando. A Victoria primera no solo le gustaba mucho la comida, tenía un problema con ella. Su gula feroz y su obsesión desmedida eran heredadas de su familia. Sus tíos, los Reyes Jorge IV y Guillermo Cuarto, habían sufrido problemas de obesidad.
La reina Victoria primera también tuvo sobrepeso. Media un metro con 52 centímetros de altura, mientras su cintura medía 115 centímetros. Padecía las dolorosas consecuencias de su gran apetito: problemas estomacales, indigestión y aumento de peso. A pesar de los malestares, nadie podía controlar el apetito de la reina. Tanto su médico de cabecera como su esposo, el príncipe Alberto, estaban preocupados por Victoria. Intentaron persuadir a la reina a través de todos los medios posibles para que cuidara su salud, moderando su feroz apetito y haciendo ejercicio físico, pero no nada sirvió, nada la saciaba.
Nadie podía controlar el apetito de la reina. Su obsesión por la comida era un problema que venía de familia, y fue su tío Leopoldo de Sajonia-Coburgo, Rey de Bélgica, quien se lo hizo notar por primera vez. En aquel momento, Victoria tenía tan solo 11 años pero ya demostraba algunos indicios de su obsesión: comía demasiado y muy rápido. Su asesor, Lord Melbourne, tomó cartas en el asunto reprendiéndola y reduciendo las porciones de sus platos. Sin embargo, Victoria primera contestaba tajantemente: No puedo.
Okay, la situación se repetía a diario. La reina Victoria primera, durante los nos, solía comer chuletas de cordero, patatas, pan tostado, bizcochos y en el almuerzo volvía a comer chuletas de cordero acompañadas con espárragos, aves, arroz y frutas, y bueno, para la cena ya no pedía chuletas pero pedía huevos hervidos, pollo rosville, flan, fiambres, tartas y frutas. Sí, esa era la dieta diaria de la reina y claro, durante los banquetes reales su feroz hambre no menguaba, todo lo contrario, en cada celebración del Palacio de Buckingham se servían cinco platos con siete manjares cada uno. Victoria primera comía hasta la última amiga de todos ellos y también recurría al buffet de comida caliente para rellenar sus platos y jamás se salteaban los postres de chocolate. Ya lo dijimos, no estamos exagerando, ella realmente tenía un problema con la comida y el problema no solo era la cantidad, sino la velocidad. Los banquetes solían durar horas, pero la monarca terminaba su cena entera en menos de 30 minutos y claro, los demás comensales se sentían incómodos. Para ellos, comer junto a la reina de Inglaterra, lejos de ser un honor, era una tortura. ¿Por qué? Bueno, a todos se les servía su cena después de la reina y cuando ella terminaba, se retiraban todos los platos para el siguiente servicio. Ah, pero por lo general, cuando Victoria primero regresaba a su alcoba, sus mayordomos debían contactar a su doctor, James Read, para que este calmara los dolores de estómago y la hinchazón de Su Majestad. Victoria primera comía tanto que no podía dormir por las noches y no podía ejercer sus labores con normalidad durante la mañana siguiente. El Doctor Read, su médico, le aconsejaba beber un brebaje hecho con leche y trigo. Victoria primera era una paciente bastante problemática, ella bebía el remedio, pero ni bien el médico se retiraba, les ordenaba a sus sirvientes que le llevaran carne salada y helado. Según los testimonios del Doctor Read, en una ocasión después de una pesada cena en donde Victoria gozó de un copioso pudín, pensó que la reina estaba teniendo un ataque al corazón, pero no, no era eso, solo estaba teniendo flatulencias.
La reina Victoria primera
Victoria primera llegó al Trono de Inglaterra para cambiarlo todo. La época que recibe su nombre pasó a la historia como un tiempo de esplendor, pero también de recato, pudor y estrictas conductas morales. Sí, múltiples normas que la propia reina Victoria en su vida privada desacató. En tiempos en donde el sexo estaba mal visto, la reina Victoria primera dio rienda suelta a su lujuria. Ya de adolescente, Victoria primera había conocido...
Un amor prohibido
A Alberto de Sajonia, su primo hermano, le gustó desde el primer momento que se conocieron. Sin embargo, Guillermo IV, rey de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, no aprobaba esa unión. Prefería que su sobrina se casara con el príncipe Alejandro de los Países Bajos. A pesar de ello, Victoria estaba empecinada con Alberto, quien, en su diario, escribió: Alberto es extremadamente guapo, tiene grandes y azules ojos, una nariz bonita y una boca muy dulce con buenos dientes. Pero el encanto de su cara reside en su expresión, que es muy agradable. Victoria, de 17 años, ya estaba completamente enamorada de su primo.
El matrimonio
Victoria y Alberto empezaron a reunirse en secreto, sin embargo, para poder oficializar su unión y dormir en la misma alcoba, necesitaban adelantar los trámites. El 15 de octubre de 1839, Victoria primera le pidió matrimonio a Alberto. Él aceptó y el 10 de febrero del año siguiente, caminaron juntos al altar de la Capilla Real del Palacio de San James en Londres. Al día siguiente, Victoria primera escribió: Nunca había pasado una noche así, mi querido Alberto. Con su gran amor y afecto, me ha hecho sentir que estoy en un paraíso de amor y felicidad, algo que nunca esperaba sentir. Este ha sido el día más feliz de mi vida. A partir de ese momento, Victoria y Alberto siempre se demostraban físicamente el amor que se tenían, incluso en público.
La familia real
Para el 10 de junio de 1840, tan solo unos meses después de la boda, Victoria estaba embarazada de su primer hijo. A lo largo de su matrimonio, Victoria primera y Alberto tuvieron nueve hijos en total: cuatro niños y cinco niñas. Sus descendientes convirtieron a Victoria en la abuela de todos los monarcas europeos. Existen muchas pinturas sobre la familia, una pareja virtuosa rodeada de niños rubios, por supuesto.
Una triste despedida
Tristemente, el matrimonio de Victoria y Alberto no fue extenso. El príncipe consorte enfermó de fiebre de tiroidea y, durante sus últimas horas, Victoria primera le prometió que jamás volvería a encontrar el amor. Minutos después, Alberto falleció a los 42 años de edad. Victoria primera se hundió en la tristeza, guardó luto estricto y ordenó a los trabajadores del palacio que conservaran las habitaciones y los objetos de Alberto tal como si él viviera. Sin embargo, no cumplió su promesa. La viuda, Victoria primera, volvió a enamorarse, pero esa ya es otra historia que hablaremos en otro artículo.
La época victoriana y su impacto histórico
El reinado de Victoria primera estuvo signado por varias crisis y medidas políticas nefastas que, por lo general, quedan en el olvido. Durante la época victoriana, se vivió una era de prosperidad que ha pasado a la historia como una de las más destacadas.
La hambruna que marcó a Irlanda
La gran hambruna de la patata en Irlanda, que tuvo lugar entre 1845 y 1849, fue un periodo devastador para el país. Con una importante dependencia de la cosecha de patatas, cuando apareció el hongo llamado tizón tardío, los cultivos se deterioraron rápidamente. La economía de las familias se vio seriamente afectada y la situación se tornó extremadamente grave.
La indiferencia de la corona
La corona británica, liderada por la reina Victoria primera, decidió mantenerse distante del conflicto y no tomar acciones para aliviar la crisis. Esta indiferencia dejó a los irlandeses sin escapatoria, obligándolos a emigrar o enfrentar la muerte. Un millón de personas emigraron y otro millón falleció.
La expansión del imperio británico
Victoria primera fue la monarca que presidió la expansión del imperio británico durante el siglo XIX. Gran Bretaña buscaba ejercer dominio sobre diversos países y explotar sus recursos. La reina avaló estas acciones y consideraba que estaban llevando prosperidad y cultura a los territorios colonizados.
Represión a los movimientos obreros
Cuando los movimientos obreros lucharon por mejorar sus condiciones laborales, el gobierno liderado por Victoria primera respondió con represión en lugar de ofrecer salarios más justos. Los obreros regresaron a sus hogares con moretones y sin mejoras en sus condiciones.
La lucha por los derechos de las mujeres
A pesar de ser una mujer en una posición de poder, Victoria primera no fue activa en la lucha por los derechos de las mujeres. Durante su reinado, las mujeres seguían siendo ciudadanas de segunda clase, sin derecho al voto ni a la educación superior.
El control obsesivo sobre sus hijos
Como jefa de estado, Victoria primera controlaba todos los aspectos de su reino, incluyendo la vida privada. Se obsesionó con el control de la vida de sus hijos, implementando su mano dura incluso en asuntos personales.
El difícil embarazo de Victoria
Estar embarazada era una experiencia que Victoria odiaba y le temía. Su peor pesadilla era morir en el parto y la panza la hacía sentir incómoda en su propio cuerpo. Se comparaba con un conejo cuando tuvo a sus hijos. Además, Victoria sufrió depresión postparto y se alejó de los bebés, incluso repugnaba la idea de darles pecho. Se creía que todos los recién nacidos, incluyendo a sus propios hijos, eran feos.
La madre cruel
Victoria no era la madre cariñosa que todos pensaban. Era fría, cruel y severa, especialmente con su hijo mayor Eduardo. Su propia madre lo consideraba tonto y poco apuesto, y no le prestaba atención. Con el resto de sus hijos, Victoria tuvo un trato diferente pero igualmente desagradable. Su necesidad de controlarlos era enfermiza.
Pobre Eduardo, vivió atemorizado bajo la mirada de su madre.Una reina espía
Victoria creó una red de espías e informantes para mantenerse al tanto de todo lo que hacían sus hijos y con quiénes se juntaban. Incluso cuando su hijo Bertie se casó con la princesa Alejandra de Dinamarca, la reina Victoria solicitó que le informaran sobre el ciclo menstrual de ella. Victoria no solo era la madre de sus hijos, sino también su soberana, y nunca dejaba que lo olvidaran. Sus hijos vivían aterrorizados.
El amor de Victoria primera
La relación entre Victoria primera y el príncipe Alberto causó fascinación e interés, pero él no fue su único amor. Tras la muerte de Alberto, Victoria entabló una relación romántica con Abdul Karim, un sirviente de origen indio. Karim recibió el título de muchi, que significa empleado o maestro en hindi. Su vinculación como reina y súbdito se convirtió en algo más íntimo y secreto.
El curry al menú real incrementó su salario a 12 libras al mes y viajó junto a Victoria en todas sus giras por Europa. Además, Victoria primera pasaba largas jornadas sola con Karim. Ella estaba encantada con él.
La enfermedad
En marzo de 1880, El munchy Abdul Karim enfermó de erisipela, una infección de la piel que afecta la capa superior de la piel y los ganglios linfáticos locales. Pero Ocarina jamás guardó reposo, decidió seguir al servicio de su amada y descuidar su salud. Le costó bastante caro. El 27 de marzo falleció Victoria primera, quien jamás se recuperó de esta pérdida. Fue un golpe emocional bastante duro.
Las cartas
Después del fallecimiento del joven sirviente, la reina se encerró en su alcoba a escribir palabras de amor para él y su hijo, el rey Eduardo séptimo. Intentando ocultar la polémica relación, ordenó la quema de todas las cartas que la reina le había escrito a su amante. Como así también el texto post mortem. Solo conocemos pocas palabras de Victoria hacia Karim: fue el mejor, el corazón más devoto que jamás ha latido. No tenía otro pensamiento que no fuera para mí, para mí confort, mi seguridad y mi felicidad. Sí, eso fue lo que escribió la reina sobre su amado sirviente.